Hasta ahora, la cuarta sesión ha sido la más distinta. Todas las anteriores consistían principalmente en ver una película, enumerar sus puntos fuertes, características y explicar que nos produce esa película, que opinamos de ella. Sin embargo, esta vez hemos podido ver los aspectos a tener en cuenta a la hora de ser un programador e incluso el programador y director del festival nos han contado su experiencia, participando del debate.
Una de las cosas más interesantes que hemos aprendido es que, la mayoría de las veces, no elegimos nuestra película favorita sino la más convencional o, a veces, la más innovadora. El festival de cine es un modo de abrir a los ciudadanos una ventana a otros tipos de películas, ofreciendo una alternativa a las películas comerciales. Evidentemente, no todas las películas serán de nuestro gusto e incluso puede haber películas dentro de la programación que no nos gusten. En este tipo de situaciones, siempre se debe anteponer el respeto al trabajo ajeno. Lo más importante de las películas no es la calidad de imagen ni la música, es el universo que ésta nos intenta transmitir. Todos deben saber que el trabajo de programador es mucho más duro de lo que los demás piensan y es una profesión basada en el trato con personas y la evaluación del arte de otros. Nada fácil.
Tras un par de horas de charlas, hemos conseguido elegir una película: ‘Daydreams’. He de decir que fue una tarea dura, más difícil de lo que me esperaba. Curiosamente, la película elegida es confusa y compleja, aunque está plagada de sentimientos. El arte tiene valor intrínseco en ella y tiene un toque dramático y mágico que consigue atrapar al espectador. No es una película simplemente para matar el tiempo, está hecha para pensar y reflexionar, cosa que hace mucha falta hoy en día.
por Inés El Ghali
(Joven Programadora del SEFF)