“¿Es aquí lo del cine?”, dice la primera chica, justo unos minutos antes de las cuatro. Van llegando los demás, tímidamente se saludan, se presentan. Hace mucha calor para ser octubre. “Id entrando y coged sitio que dentro se está más fresquito”. La sala está oscura, suena la playlist del festival. Sonrisas nerviosas, miradas de soslayo, camisetas con carteles de cine. “Esperamos 5 minutos a que lleguen los que faltan”. Nervios. Nervios. Y muchas ganas.
Valeria, la chica de redes, se presenta y nos cuenta su función. Tatiana, la coordinadora de Jóvenes Programadores, da la bienvenida y explica brevemente el programa. Javier, programador del festival, nos explica apasionadamente la función del programador, con sus brillos y sus dificultades. Poco después, tras algún problemilla técnico, comenzamos el visionado de la primera película.
Una película que, desde luego, no deja a nadie indiferente. Abstracta, de final abierto, con secuencias cargadas de simbología, para unos habla del tránsito de la etapa infantil a la adulta, para otros, de la soledad de los que son diferentes, y para todos trata el gran tema de la identidad, de aceptarse y ser aceptado en el grupo, de reconocer mi etiqueta y asumirla, vivir con ella.
Con una factura que a veces nos recuerda al cine documental, con planos fijos y largos que a veces simulan a una fotografía, este filme se nos antoja incómodo por la falta de catarsis, ya que a algunos nos cuesta conectar con el personaje (quizá no sea la intención), un personaje frío y distante que igual solo quiere que veamos la vida a través de sus peculiares ojos.
Sin duda, una película que, después de este primer y fructífero debate, nos deja con ganas de volverla a ver.
Y justo cuando estábamos terminando, aparece por sorpresa José Luís, ¡el director del festival!, para saludarnos y recordarnos lo importante que es nuestra labor. ¡Nos deja muy emocionados y con muchas ganas de volver el próximo día!