La confianza cogida durante estos días hace que los jóvenes programadores vayan llegando cada vez más tarde pero también nos deja una imagen preciosa. El círculo que habíamos formado con nuestras sillas era mucho más pequeño que el del primer día, estábamos más unidos, ya no éramos desconocidos sino grandes amigos amantes del cine (y lo que eso conlleva, que es no parar de hablar).
Había algo de tensión porque Tati presentó la película como “cine experimental”. Ninguno sabíamos lo que esperar, se habló de algo abstracto, incómodo, emocional o diferente. Lo que sí estaba claro es que iba a ser una película muy disfrutable, si nos dejábamos llevar y abríamos nuestra mente, para que todo fluyera.
Y así fue, la película nos pasó por encima completamente, arrasando con todo lo esperado y creando un ambiente espectacular durante el visionado. Corrillos totalmente desubicados, rostros sorprendidos, e incluso algún que otro dibujando a los personajes. Y al finalizar, todos nos quedamos con la boca abierta.
Después de los pocos minutos interiorizando la película, Tati nos pidió una palabra que nos inspirase la película. Las respuestas fueron de lo mas variado, desde “espectacular” o “sublime”, a “rayada” o “inusual”, pasando por “salida”, “imaginación” o “fe”. La magia de esto es que no hay una sola historia ni una sola visión sino que entre todos compartimos que habíamos sentido, y que historias nos habíamos montado cada uno. Se habló de ángeles, de refugiados, de la infancia o de la muerte y la guerra. Toda una experiencia.
No habíamos visto nunca nada parecido, una película con un aura infantil pero cargada de críticas sociales inmensas, que no necesita mucho para hacer reflexionar sobre muchas de las cuestiones mas importantes como la búsqueda de la felicidad, la confianza ciega y la esperanza, el poder de la imaginación, o la verdad, por poner algunos ejemplos.
Su apartado visual y su arriesgado montaje, a parte de hacerla única, dio para una buena conversación sobre lo que intentaba la directora utilizando cada recurso, comentando lo incomoda que se puede hacer para algún espectador sin ser verdaderamente lo que busca. Sus giros, y sus imágenes cargadas de emoción nos dejaron descolocados y asombrados.
Igual de alucinados que nos quedamos al admirar el trabajo de los actores, tan jóvenes y con tanta naturalidad, excelentemente dirigidos por la directora. Su improvisación y la luz que desprendían nos mantuvo pegados a la pantalla, siempre esperando mas, adentrándonos en su caos y en el mundo de la imaginación.
Este ha sido el último visionado, pero como bien expresa esta película, nunca hay un final, siempre hay algo más. Ahora solo queda decidir, tarea nada fácil y que haremos la próxima semana, teniendo tiempo para interiorizar las películas y buscar información sobre ellas.
Juan Carlos Iglesias Francés, Joven Programador