Poco a poco, llenamos las sillas que conforman el círculo, aunque quedan dos huecos vacíos. Es notable que faltan dos de nuestros compañeros, Juan Carlos y Javi; pero sus asientos los tomarán, tarde o temprano, dos personas a las que, fervientemente, deseábamos ver.
Estamos empezando el debate cuando llega Javier Estrada, el jefe de programación del festival. Pronto se ve abrumado con preguntas de lo más variadas, pero no tarda en respondernos de manera calmada, resolviendo todas nuestras dudas con ilusión. Nos revela que presentaremos todos juntos, en una sesión sin límites de edad y moderaremos un coloquio en presencia del director o directora. Además, nos habla del SEFF, y descubrimos que es un festival muy comprometido: no sólo se preocupa del precio del visionado, sino también de la gestión y la estancia de los invitados e incluso de la manera en la que el propio director desea que se vea la película.
Seguidamente, comenzamos a debatir acerca de la primera película que vimos, de la que encontramos aspectos muy interesantes: su carácter frío pero envolvente, un gran cuidado de la imagen, el tratamiento de temas tan interesantes como son las vivencias propias de la adolescencia, personajes tan potentes como icónicos… En general, nos ha parecido muy bien dirigida y, tras una fuerte asimilación, llegamos a la conclusión de que ha sido un visionado inolvidable. Además, Javier nos revela una clave que se nos había escapado: la visión crítica que ofrece de una Hungría gobernada por la extrema derecha, que tiene, por desgracia, difíciles políticas de inmigración.
De repente, nos encontramos con que José Luis Cienfuegos, el director del festival, ha podido hacer un hueco en su apretada agenda para estar con nosotros, y nos deja unas palabras de confianza e ilusión que nos hacen revolvernos en nuestro asiento.
Así, empezamos con la segunda película, a la cual todos hemos adorado, unánimemente. Nos hemos sentido cómodos al verla; una película catártica, inspiradora y, sobre todo, muy natural e íntima; que nos hace reflexionar sobre la juventud, la religión, la sensualidad, el amor y la libertad desde un punto de vista clásico y a la vez actual; y, sobre todo, cargado de estética y poesía.
Y, por último, llegamos a la tercera. Esta película nos ha fascinado. Ha jugado con nosotros, nos ha hecho despertar la imaginación, nos ha brindado miles de emociones; una visión infantil, algo caótica, que no deja de ser única. Trata temas críticos, con un curioso lenguaje publicitario, abstracto; estamos seguros de que no dejará a nadie indiferente. Y, como defiende con garras nuestro compañero Juan Carlos, nos atrapa e, innegablemente, da mucho de qué hablar.
Es en este momento cuando nos dan la gran sorpresa: debido a nuestro especial interés por las dos últimas películas, han decidido permitirnos que presentemos ambas en el festival. ¡Estamos eufóricos! Rápidamente, nos dividimos en grupos, aliviados por no tener que rechazar ninguno de los metrajes que tanto hemos disfrutado. Se levanta la sesión, que nos deja con muchas ganas de continuar esta pequeña y, a la vez, enorme aventura.
María Gómez Bellido, Joven Programadora