Tras haber visto el film Déjame Entrar del director Thomas Alfredson podemos decir que la principal sensación que nos transmitió la película fue “angustia”, en parte debido a que la trama acontece en un país frío y la mayor parte de las escenas se presentan en horario nocturno, a esto se le suma la relación distante de los personajes. Existen contraste en las emociones que van transformándose, por ejemplo del odio al amor.
Uno de los detalles que más nos llamó la atención fue la evolución del protagonista (Oskar) que empieza siendo un chico tímido, que recibía malos tratos de sus compañeros y no tenía una relación cercana con su familia. Avanza la pelícua y el personaje cambia, pasa a tener más confianza en sí mismo y sobrellevar sus problemas gracias a que conoció a Eli (la protagonista femenina) y su compañía le ayudo a ganar más seguridad. Es una evolución en la que el personaje pasa de dentro a fuera, de la introspección de la soledad a la comunicación en la compañía. Esto nos ayuda a valorar la importancia de tener una buena autoestima y confianza en uno mismo para superar los obstáculos que se nos presentan.
La película nos presenta primeros planos que nos ayudan a centrarnos en los personajes para saber más de ellos, también el uso de planos detalle. En cuanto a ópticas distinguimos el uso de teleobjetivo con las que capta los planos de poca profundidad y varios cambios de focos utilizados tanto para acercarse como para alejarse de los personajes. La luz es fría, igual que la paleta de colores que se muestran (blancos, grises, azules, verdes), en algunos momentos contrasta por colores cálidos e intensos como el rojo de la sangre. Es de gran belleza visual.
Para finalizar este análisis podemos decir que es una buena película con un argumento bien desarrollado y con un mensaje profundo y recomendamos que la veáis. Nos ha gustado mucho.
Michael Acosta