En esta ocasión comenzamos la sesión grabando un vídeo que posteriormente sería colgado en las redes sociales del Festival. En él, aparecemos nosotros, los jóvenes programadores, sentados a las puertas del centro cívico. Nos presentamos y tres compañeras hacen una pequeña introducción sobre nuestro proyecto. Al finalizar, entramos en la sala. En pocos minutos estamos sentados y colocados frente al proyector. Empezamos a ver la película. Lo que no sabemos es que sería la finalmente elegida. Desde el primer momento nos damos cuenta que va a ser un largometraje totalmente distinto a lo que estábamos acostumbrados. Los elementos renacentistas, los sonidos tan cuidados, la simbología que utiliza… poco a poco nos vamos adentrando en una dimensión distinta. La gran cantidad de interpretaciones a las que la película da pie, nos hacen estar atentos, y mantiene una intensidad inigualable durante toda su proyección.
Al terminar, nos situamos alrededor de un círculo y colocamos la pizarra. Entonces comenzamos a aportar, como en las sesiones anteriores, nuestros distintos puntos de vista. Todas estas reflexiones giran en torno un punto común: el matiz artístico presente durante toda la película debido al aislamiento de los personajes en una escuela de arte italiana. También comparamos las dos protagonistas, una fotógrafa y una escritora, intentamos desenmascarar todas esas intenciones ocultas que la película nos ha parecido transmitir, y finalmente llegamos a la conclusión de que todo el largometraje se resume como una metáfora a la eternidad del arte y repercusión de este sobre la dimensión psíquica de los personajes.
A todos nos ha gustado la película, y estamos de acuerdo en que nos dará que pensar durante las próximas horas. Después de esto, Cristian nos recuerda que la fecha de la siguiente sesión y poco a poco empezamos a abandonar el centro cívico pero esta película no parará de dar vueltas en nuestra cabeza hasta pasado un buen rato.
por Alba Vidal
(Joven Programadora del SEFF)