Caminar de Múnich a Berlín es un reto tan grande que quien lo emprende debe tener una muy buena razón. A mí me motivó sobre todo el ansia de libertad. Quería romper los lazos que me ataban, y quería recuperar la salud de esta larga caminata al mismo tiempo que rompía todos los lazos que me ataban a Múnich. Conseguí caminar más de 1.000 km. hasta Berlín, por carreteras secundarias, todo a pie, sin utilizar trenes ni medios de transporte. Diariamente dejaba atrás largos tramos de carretera. Vi muchos paisajes hermosos, conocí a gente amable, granjeros y trabajadores, y aquí y allá gitanos. Me llevé bien con todos ellos y mantuvimos buenas conversaciones. Hay muchas menos diferencias entre la gente de lo que se cree. Debo decir que la gente es igual en todas partes. Hay algunas diferencias, por supuesto, pero estas provienen sobre todo del carácter y el temperamento, y esas mismas variaciones se dan en todas partes. Para un avión, este es un tramo irrisorio, sólo unas dos horas y media de Múnich a Berlín. Pero a mí me llevó tres semanas y media, vagando por campos de lúpulo, por montañas, cruzando el Danubio, por bosques y pueblecitos, y de nuevo por montañas, desde cuyas alturas todo parece tan terriblemente diminuto. - Oskar Fischinger.