Max y Emma comparten piso en paz y armonía… hasta que ella decide mudarse con un amigo mutuo. Max entra entonces en un limbo inexplicable, en una crisis vital que se parece mucho a un duelo por su juventud perdida y que lo lleva a extraviarse por Barcelona en lo que finalmente será una noche vertiginosa. Lo que empieza como una película costumbrista y afable, una comedia sobre la amistad y la compenetración, se va convirtiendo poco a poco en una película sombría y tensa, que rechaza todos los tópicos para adentrarse en las zonas más oscuras de una ciudad que cada vez se parece más al estado de ánimo del protagonista. La directora novel Sara Gutiérrez nunca pierde el sentido del humor, pero se trata de un humor muy particular, que nunca deja de ser personal, desconcertante. Un descubrimiento, sin duda.